Patrick Leigh Fermor by Artemis Cooper

Patrick Leigh Fermor by Artemis Cooper

autor:Artemis Cooper
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Memorias
publicado: 2013-10-29T23:00:00+00:00


12

EL CARIBE

Cuando, a principios de 1947, Paddy, Joan y Xan regresaron a Londres, se instalaron en un piso destartalado que estaba justo encima de la librería Heywood Hill. El lugar no estaba lejos de Shepherd Market, aquel barrio que había sido el territorio favorito de Paddy años atrás. Más tarde, Paddy recordaría este período como una especie de «interminable fiesta» celebrada en el Gargoyle. Por aquel entonces, el club era prácticamente la segunda residencia de algunas de las personas más interesantes que vivían en Londres. Allí, envuelto en nubes de humo, estaba Dylan Thomas, aunque se le suponía trabajando en su cottage de Gales, y un grupo de artistas que incluía a Lucian Freud, John Minton y Ben Nicholson; a Cyril Connolly, Peter Quennell, el filósofo Freddy Ayer y el poeta Stephen Spender, a quien Paddy había conocido a través de Costa. También Robert Kee frecuentaba el club; por aquel entonces trabajaba como periodista para el Picture Post.

Otro de los amigos que cautivaron a Paddy en aquel período fue Philip Toynbee. Con anterioridad, Toynbee había sido comunista y aún continuaba siendo un idealista irredento, cuyo intelecto era tan prodigioso como la cantidad de alcohol que podía ingerir. Al igual que Paddy, durante la guerra había pertenecido al Cuerpo de Inteligencia. Una noche, después de una velada épica en el Gargoyle, Toynbee se quedó dormido en el piso de Paddy. «Cuando se despertó, quedó claro que no tenía ni la menor idea de dónde estaba. La noche anterior había sido larga y sonada [...] se quedó en casa dos o tres días y los pasamos charlando, haciendo la ronda de pubs...». En otra ocasión, Philip y Dylan Thomas acabaron la noche apretujados los dos en el sofá del salón. «Fueron tiempos maravillosos y excitantes. Por las mañanas, liquidábamos las resacas ahogándolas, como si fueran gatitos, en una bebida a la que llamábamos, indistintamente, Dog’s Nose o Monkey’s Tail. Consistía en una enorme jarra de cerveza con una buena dosis de ginebra o de vodka, una mezcla que obraba milagros».1

Aquella Semana Santa, Paddy y Joan organizaron unas vacaciones en bicicleta por el sur de Francia. El objetivo era asistir a la gran reunión de gitanos y a la feria de caballos que se celebraba cada año en La Camarga, concretamente en Saintes-Maries-de-la-Mer. La ciudad estaba tan abarrotada de caballos, gitanos y turistas que, llegado el momento, pensaron que no les quedaría más remedio que pasar la noche al aire libre. Al final, la única cama que consiguieron encontrar la tuvieron que compartir con otra pareja. Paddy deambuló por entre los carromatos de los gitanos, poniendo a prueba sus conocimientos de rumano con diversos resultados, unos más exitosos que otros. Y tratando de aprender o, al menos, de identificar algunos elementos básicos de la lengua romaní. A pesar de todo, la feria le resultó decepcionante. Los gitanos que vio en La Camarga estaban más integrados y no eran como aquellos que él había conocido en Rumanía antes de la guerra.

Pasaron los meses y



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